Empezó a escribir en su jardín por las mañanas, anotando escenas en fichas que depositaba sobre la hierba, como si jugase al solitario. Le resultaba difícil concentrarse. No estaba habituado a aquel esfuerzo sostenido de soñar, sobre todo cuando los resultados se intuían tan lejanos, inciertos y no inmediatamente transformables en un cheque o en despertar el interés de sus colegas. ¿Por qué no dejarlo para el año que viene?
Tras unos días de perseverancia, logró que su mente se centrase y empezase a funcionar relajadamente. En ésos momentos -en que se reencontraba consigo mismo a pesar de estar absorto en lo que hacía- las preguntas que se había planteado sobre la vida, su significado y su finalidad, si es que la tenía, y sobre cómo vivir mejor, sólo podían recibir una respuesta. Estar aquí ahora, haciendo esto.
Hanif Kureishi, “Amor en tiempos tristes”
Tras unos días de perseverancia, logró que su mente se centrase y empezase a funcionar relajadamente. En ésos momentos -en que se reencontraba consigo mismo a pesar de estar absorto en lo que hacía- las preguntas que se había planteado sobre la vida, su significado y su finalidad, si es que la tenía, y sobre cómo vivir mejor, sólo podían recibir una respuesta. Estar aquí ahora, haciendo esto.
Hanif Kureishi, “Amor en tiempos tristes”
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