viernes, julio 14, 2006

Empezó a escribir en su jardín por las mañanas, anotando escenas en fichas que depositaba sobre la hierba, como si jugase al solitario. Le resultaba difícil concentrarse. No estaba habituado a aquel esfuerzo sostenido de soñar, sobre todo cuando los resultados se intuían tan lejanos, inciertos y no inmediatamente transformables en un cheque o en despertar el interés de sus colegas. ¿Por qué no dejarlo para el año que viene?
Tras unos días de perseverancia, logró que su mente se centrase y empezase a funcionar relajadamente. En ésos momentos -en que se reencontraba consigo mismo a pesar de estar absorto en lo que hacía- las preguntas que se había planteado sobre la vida, su significado y su finalidad, si es que la tenía, y sobre cómo vivir mejor, sólo podían recibir una respuesta. Estar aquí ahora, haciendo esto.

Hanif Kureishi, “Amor en tiempos tristes”